Autor: Daniel Goldman
Podría parecer que como adultos todos deberíamos poseer un alto nivel de inteligencia emocional, pero la realidad es que no es así. Pero desarrollar esta inteligencia es aún más importante en nosotros que estamos en la posición de educadores y que trabajamos con adultos, el poder llegar a tener una bien desarrollada inteligencia emocional facilita nuestra labor docente, ya que es una de las facultades indispensables en esta noble labor.
El poder ser capaces de auto gobernar nuestras emociones y que no nos superen al desbordarse, presupone mantener equilibrado nuestro proceso mental, entre razón y emoción, ya que para un desempeño optimo es importante ese equilibrio y es ese equilibrio el que nos permitirá ser socialmente aptos y tener mejores herramientas para lograr todos nuestros objetivos de vida.
Como seres humanos somos entes evidentemente sociales y una exitosa adaptación social permite llevar una vida armónica con los demás. Pero es una realidad que en nuestra vida no solo estaremos rodeados de personas con una inteligencia emocional desarrollada y es aquí donde la empatía nos es más útil permitiéndonos ponernos en el lugar de los demás para lograr mantener nuestro auto control emocional.
El control de las emociones permite alejarnos de las preocupaciones como distractor en el alcance de nuestros objetivos, es mejor ocuparnos en resolver lo que es posible y dejar que lo que no, siga su curso hasta que llegue el momento de poderle dar una solución satisfactoria.
Es inevitable en ciertas ocasiones el sentir enojo, pero se debe saber con quién enojarse y sobre todo lo más importante hasta qué grado, manejar este sentimiento y superarlo buscando una acción lógica que facilite la solución del conflicto. Reza el dicho que todo en esta vida tiene solución, excepto la muerte, y mientras así sea no hay nada por lo que merezca la pena explotar emocionalmente al grado de complicar más la situación.
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